El obispo de Puno: “El verdadero tesoro es el que Dios da”


Obispo de Puno
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Monseñor Jorge Carrión recordó que la felicidad no está en la riqueza ni en el placer, sino en el amor y la presencia de Dios en nuestras vidas

El obispo de la Diócesis de Puno, monseñor Jorge Pedro Carrión Pavlish, manifestó en la homilía de la santa misa celebrada este domingo 10 de agosto en el Santuario de la Virgen de la Candelaria que Jesús no condena la riqueza del hombre, sino la actitud personal que se tiene frente a ella; una actitud que, en muchos casos, lleva a pensar únicamente en el negocio, incluso olvidando a la propia familia. Lamentó que hoy en día muchos busquen la felicidad en el dinero y el placer.

“Muchos piensan que la felicidad está en las discotecas, en el alcohol y en las fiestas; ahí no está la felicidad. Jesús quiere decirnos que el tesoro del cielo está en uno mismo, donde el amor de Dios palpita y respira. A veces enterramos a Dios en nuestras vidas, damos más valor a todo lo demás”, indicó. Asimismo, recordó que, tiempos atrás, el domingo era el día del Señor.

De la misma forma, preguntó: “¿De qué están llenos nuestros corazones?”. Enfatizó que el día del Señor no es solamente el domingo, sino todos los días, en cada momento de nuestra existencia y en cada decisión concreta de fe. “Por eso, el creyente vive constantemente en la decisión entre la fe y la incredulidad. Todos los días, en cada momento de nuestras vidas, somos desafiados. Si vivimos nuestra relación con Jesús, aquí y ahora, estamos vivos y tendremos vida en abundancia. No se trata del juicio final, sino de que la vida cotidiana ya es un juicio”, explicó.

Monseñor Carrión manifestó que nadie sabe cuánto tiempo va a vivir, por lo tanto, se deberían tomar algunas medidas y no posponer todo para el futuro. Dijo que se debe poner más atención al presente. “Desde ese punto de vista, no vale protegerse materialmente. El verdadero tesoro es el que Dios da. ¿De qué nos sirven las cuentas bancarias y todos los bienes materiales? Dios nos da la vida, nos da las alegrías, un momento para compartir el pan de cada día, la sonrisa del hijo o del nieto; eso es lo que Dios nos da: compartir ternura con el esposo o la esposa. Él da alegría. Es importante distinguir a qué están apegados nuestros corazones”, reflexionó.