Un nuevo informe de la OMS y Unicef, presentado durante la Semana Mundial del Agua 2025, alerta sobre el lento y desigual progreso en el acceso al agua segura y al saneamiento, afectando especialmente a comunidades rurales, pobres y marginadas
En pleno 2025, más de 2.100 millones de personas en todo el mundo aún carecen de acceso a agua potable segura, y al menos 1.700 millones no cuentan con servicios básicos de higiene en el hogar, según revela un reciente informe conjunto de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y Unicef, publicado con motivo de la Semana Mundial del Agua.
El informe titulado “Programa en materia de agua potable y saneamiento en los hogares 2000-2024: especial atención a las desigualdades”, destaca que, aunque se han logrado avances, estos han sido lentos y desiguales. Las poblaciones más afectadas son las que viven en contextos de pobreza, zonas rurales, países de bajos ingresos y comunidades indígenas o marginadas. Alarmantemente, 106 millones de personas aún dependen directamente de ríos o lagos sin tratamiento alguno, lo que eleva su riesgo de enfermedades y exclusión social.
Entre 2000 y 2024, el acceso al agua potable aumentó del 50% al 60%, y el acceso a higiene básica subió del 52% al 71%. Sin embargo, el informe advierte que las zonas urbanas han mostrado un estancamiento preocupante en este aspecto. Además, 3.400 millones de personas aún no cuentan con servicios de saneamiento gestionados de forma segura, y 354 millones siguen defecando al aire libre.
Otro aspecto relevante es el impacto de esta crisis en las mujeres y niñas, quienes suelen ser las principales encargadas de recolectar agua, destinando más de 30 minutos diarios a esta tarea en regiones como África subsahariana y Asia meridional. La falta de instalaciones adecuadas también afecta la educación y participación social de muchas adolescentes, que abandonan la escuela o sus actividades durante la menstruación.
La OMS y Unicef concluyen que garantizar el acceso universal al agua potable y al saneamiento requiere una acción global conjunta, inversión sostenida y políticas públicas inclusivas que prioricen a los más vulnerables.
Fuente: Econoticias