Plácido Quenta, con más de 40 años de experiencia, responde a quienes piden bajar el precio del pan: “Nosotros también sufrimos los costos”
En el barrio Manto de la ciudad de Puno, Plácido Quenta mantiene encendido su horno artesanal La Poderosa Virgen de Cancharani, donde elabora pan desde hace más de 40 años. Su trabajo, totalmente manual, enfrenta hoy los reclamos de algunos comerciantes y consumidores que piden reducir el precio del pan. Ante ello, Quenta respondió con calma y franqueza: “El público tiene razón, pero nosotros, los panaderos, qué culpa tenemos… el pan no se hace solamente con harina y agua, pues. Hasta el agua nosotros pagamos comercial, el municipio nos factura recibo comercial”, explicó mientras atendía su horno de adobe.
El maestro panadero afirma que la panadería artesanal apenas es rentable debido a los continuos cambios en los precios de la harina, la levadura, la leña y otros insumos esenciales. “Trabajo solo, sin obrero; el pan se hace puro hecho a mano”, expresó. Sus jornadas comienzan al caer la tarde y terminan al amanecer. “A las 7 de la noche ya estoy poniendo el horno el horno arde hasta las 4 de la mañana”, relató. Asegura que el esfuerzo es grande, pero el ingreso solo alcanza para sostenerse día a día y algo más.
Pese al cansancio y a la falta de estabilidad, Quenta continúa fiel al oficio que aprendió desde colegial. Cada pan que sale de su horno es fruto de horas de dedicación y sacrificio, y de un trabajo que ha resistido el paso del tiempo sin apoyo ni facilidades. “Nosotros no somos los que ganamos, apenas vivimos”, comentó, dejando claro que la tradición se mantiene más por vocación que por ganancia.
El panadero pide comprensión a la población y respeto por el trabajo artesanal. “El público tiene que entender, el trabajo artesanal es bien sacrificado”, dijo. Su historia refleja la realidad de quienes, entre el fuego y la harina, mantienen vivo un oficio que es parte del alma puneña, aunque hoy apenas logre ser rentable.