Comité de Salvaguardia evalúa restricciones, mientras sectores culturales alertan sobre riesgos para la identidad andina compartida
La reciente postura del Comité de Salvaguardia de la Festividad Virgen de la Candelaria, que evalúa restringir la participación de bandas, agrupaciones musicales y proveedores bolivianos para la edición 2026, ha generado un escenario de debate que pone en tensión la defensa de la identidad cultural puneña y los históricos vínculos artísticos entre ambos países. Si bien las autoridades argumentan que la decisión responde a presuntos agravios contra las danzas altiplánicas, diversos sectores consideran que una medida de esta naturaleza podría afectar el carácter integrador y universal de la festividad.
La vicegobernadora regional y presidenta del comité, Margot de la Riva, sostuvo que se busca proteger el patrimonio cultural y fortalecer la participación de artistas locales; no obstante, voces vinculadas al ámbito cultural advierten que la Candelaria ha sido, desde sus orígenes, un espacio de intercambio y riqueza compartida, donde la música y la indumentaria han trascendido fronteras, consolidando una identidad andina que no responde únicamente a límites políticos.
En ese sentido, especialistas en cultura y representantes independientes consideran que la respuesta más adecuada frente a eventuales diferencias no debería ser la exclusión, sino el fortalecimiento del diálogo, la revalorización de lo propio y la promoción de políticas culturales que prioricen a los artistas puneños sin recurrir a medidas que puedan interpretarse como confrontacionales o discriminatorias, poniendo en riesgo el prestigio internacional de una festividad reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.