Desde los Andes hasta la Amazonía, el nuevo Pontífice deja una huella profunda en el pueblo peruano, donde fue misionero, pastor y hermano
“Y si me permiten también una palabra, un saludo a todos aquellos… en particular a mi querida diócesis de Chiclayo, en el Perú”. Con esa mención afectuosa, el Papa León XIV recordó en sus primeras palabras como Sumo Pontífice al país donde vivió casi 40 años de entrega misionera.
Chiclayo, Trujillo, Chulucanas… son nombres que para millones de católicos peruanos no son solo lugares, sino testigos del paso generoso de quien ahora guía a la Iglesia universal.
Un misionero que se hizo peruano de corazón
Robert Prevost llegó al Perú en 1985, enviado por la Orden de San Agustín al vicariato de Chulucanas, en el norte del país. Desde entonces, su vínculo con el pueblo peruano se fortaleció al punto de obtener la ciudadanía por elección.
Tras una primera experiencia misionera, regresó al país en 1988 para trabajar en Trujillo como formador de nuevos religiosos. Durante más de una década se dedicó a la vida parroquial y a la formación pastoral.
En 2014, tras su servicio como Prior General de los agustinos en Roma, fue nombrado por el Papa Francisco como Administrador Apostólico y luego Obispo de Chiclayo, una diócesis que lo recibió con calidez y donde terminó dejando una marca imborrable.
“Hemos caminado unidos y hemos compartido la fe”
Esa fue la frase con la que León XIV resumió su experiencia en el Perú, una trayectoria de cercanía, comprensión de la religiosidad popular, y contacto directo con la pobreza y la esperanza de un pueblo que nunca dejó de creer.
Según el P. Guillermo Inca, secretario adjunto de la Conferencia Episcopal Peruana (CEP), el nuevo Papa es recordado por su prudencia, perseverancia, humildad y profundidad pastoral. “Ayudó a tomar decisiones difíciles con una fe inquebrantable”, destacó.
Un corazón latino para un Pontificado universal
Su experiencia con la Iglesia en Perú ha dejado en León XIV una sensibilidad especial hacia los pueblos del Sur, los migrantes, los pobres y los olvidados. “Conoce a nuestra gente, su esperanza, su fe viva, y eso lo ayudará a guiar a toda la Iglesia”, aseguró el P. Inca.
En 2023, antes de partir a Roma para asumir como prefecto del Dicasterio para los Obispos, el entonces obispo Prevost agradeció profundamente a los prelados peruanos: “Hemos caminado juntos. Me he sentido acogido. Ha sido una bendición”.
León XIV no solo representa una nueva etapa en la Iglesia Católica, sino también el rostro cercano de un pastor que conoce el barro del camino, que ha estado entre su pueblo y ha compartido su pan y su fe. Hoy, el mundo recibe a un Papa con alma misionera, formada en los rincones del Perú.