El presidente Luis Arce ordena desbloquear rutas tomadas por simpatizantes del exmandatario, mientras Morales advierte que la represión generará una mayor rebelión
La crisis política en Bolivia se intensifica tras los enfrentamientos ocurridos en Llallagua, en el departamento de Potosí, donde al menos dos policías murieron durante operativos para despejar bloqueos de carreteras realizados por seguidores del expresidente Evo Morales. Estos bloqueos se mantienen desde hace diez días en varias rutas del país, generando tensiones entre la policía y los manifestantes.
El subteniente Carlos Enrique Apata Tola y el subteniente Brayan Jorge Barrozo Rodríguez fallecieron en cumplimiento del deber, según confirmó la Policía boliviana. Además, el martes se reportaron 17 personas heridas en enfrentamientos entre simpatizantes de Morales y residentes que intentaban romper los bloqueos.
Ante la situación, el presidente Luis Arce ordenó a las Fuerzas Armadas y a la Policía desbloquear las rutas para restablecer la circulación, en medio de un clima de creciente tensión política que amenaza con desestabilizar al país a solo dos meses de las elecciones generales.
Por su parte, Evo Morales denunció una “dictadura” y acusó al gobierno de criminalizar las protestas, advirtiendo que el uso de la fuerza podría desencadenar una rebelión nacional. Morales señaló que las movilizaciones responden a problemas sociales como la escasez de alimentos y el abandono del campo, y exigió la renuncia de Arce, a quien responsabiliza por la inflación y la crisis económica.
Este conflicto refleja una ruptura interna dentro del Movimiento al Socialismo (MAS), partido fundado por ambos líderes, que hoy se encuentran enfrentados en medio de una profunda crisis política y social.
