Santísima Virgen de la Candelaria, Madre de la Luz, Santa María de la luz, te consagramos nuevamente nuestros pueblos, especialmente a tus hijos más vulnerables los niños los jóvenes.
En sus dificultades los enfermos los ancianos los pueblos del altiplano los migrantes los que no tienen hogar los privados de su libertad y todos aquellos que gritan por un verdadero y auténtico amor.
Tú sensible mirada amorosa de madre nos apremia acudir a ti e integrar tu intercesión, alcánzanos de tu hijo la gracia de la salud y la esperanza.
Así como el anciano Simeón, a pesar del peso de los años, pudo contemplar al señor, no disminuyó su esperanza y a la mirada llena de asombro en el templo le siguió la visión beatífica del cielo y al experimentar la muerte supo que un día sería levantado por el niño que ahora sostienen en sus brazos y confianza, como luz de las Naciones y gloria de Israel.
Monseñor Jorge Pedro Carrión Pavlich – Obispo de Puno
