La misa de exequias celebrada en la Plaza de San Pedro recuerda la entrega y el amor de un Papa cercano a todos, que dejó una huella imborrable en la Iglesia y en el mundo entero
Hoy sábado 26 de abril, la Plaza de San Pedro se llenó de fervor y emoción para la misa de exequias del Papa Francisco, presidida por el Cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio. Frente a miles de personas, la Iglesia se despidió de un Papa que, durante su Pontificado, tocó los corazones de millones de personas en todo el mundo.
Con la plaza colmada de fieles y líderes mundiales, el Cardenal Re comenzó su homilía recordando el legado de un Papa que, a lo largo de sus 12 años de pontificado, eligió vivir en servicio hasta su último día. «El Papa Francisco eligió recorrer este camino de entrega hasta el último día de su vida terrenal», señaló el purpurado, destacando la fidelidad de Francisco a la misión de Cristo, y su constante dedicación al servicio de los demás.
Reafirmando la certeza de la vida eterna, Re aseguró que «la existencia humana no termina en la tumba, sino en la casa del Padre». Las palabras del Cardenal estuvieron cargadas de emoción, especialmente cuando evocó la última imagen del Papa Francisco en público: la bendición pascual desde el balcón de la Basílica de San Pedro, a pesar de su delicado estado de salud.
En su homilía, Re también rememoró los grandes momentos del Papa Francisco, comenzando con su elección en 2013. «Conservará su impronta como el Papa de la misericordia, la alegría del Evangelio y la fraternidad», expresó el Cardenal, resaltando la cercanía de Francisco con los más pobres, los desplazados y los marginados. Como obispo de Roma, Francisco se caracterizó por un contacto directo con la gente, siempre buscando consolar a los heridos de la vida con la luz del Evangelio.
Entre los temas recurrentes de su pontificado, la misericordia y el amor por los más necesitados fueron claves. Francisco predicó constantemente la cultura del encuentro y el perdón, llamando a construir puentes y no muros. Su carisma de acogida y su llamado a la paz nunca cesaron, incluso en los momentos más difíciles. El Papa hizo eco de su mensaje de fraternidad en encuentros interreligiosos y se enfrentó a las grandes crisis del mundo con un enfoque de unidad y esperanza.
A lo largo de su Pontificado, Francisco viajó a lugares lejanos y peligrosos, como Irak, donde su presencia fue un bálsamo de esperanza para un país devastado por la guerra. Su esfuerzo incansable por la paz y la dignidad humana se reflejó en cada gesto, desde su apoyo a los refugiados hasta su llamado a un compromiso global con el medio ambiente y la justicia social.
Finalmente, el Cardenal Giovanni Battista Re pidió a todos los presentes que confiaran el alma del Papa Francisco a Dios, mientras expresaban su gratitud por un Pontífice que, con su vida y su mensaje, tocó los corazones de tantos alrededor del mundo.