Destruyen el Q’eswachaka: acto vandálico derrumba el último puente colgante inca reconocido por la Unesco


Delincuentes destruyen el último puente colgante inca
Delincuentes destruyen el último puente colgante inca

Comunidades en Cusco lamentan la pérdida de este símbolo de la ingeniería ancestral, renovado anualmente durante siglos con técnicas incas

El histórico puente Q’eswachaka, considerado el último puente colgante inca y reconocido por la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, ha sido destruido en un acto vandálico que ha conmocionado a la región. El puente, ubicado en el distrito de Quehue, en la provincia de Canas, colapsó tras el corte deliberado de las sogas hechas de ichu (paja andina), que lo sostenían sobre el río Apurímac.

Construido originalmente hace más de 600 años, durante el apogeo del Imperio Inca, el Q’eswachaka no solo era un medio de conexión entre comunidades andinas, sino también un símbolo vivo de la ingeniería prehispánica, que se mantenía en pie gracias a un ritual de renovación anual realizado por comuneros locales.

Un atentado contra la historia viva del Perú

Cada año, durante un ritual de cuatro días, los habitantes de cuatro comunidades Huinchiri, Chaupibanda, Choccayhua y Ccollana Quehue trenzaban con sus propias manos las fibras vegetales para reconstruir el puente, reafirmando no solo su función estructural, sino también su valor ceremonial y cultural. Esta tradición fue reconocida internacionalmente por su significado ancestral y su vigencia en pleno siglo XXI.

El colapso del puente, atribuido al corte intencional de sus sogas, ha generado indignación y profundo dolor entre los pobladores, quienes ahora exigen justicia y mayor protección del patrimonio cultural peruano. Autoridades del Ministerio de Cultura, así como técnicos del proyecto Qhapaq Ñan, han llegado a la zona para evaluar los daños y coordinar una posible reconstrucción con las comunidades.

Investigación en curso y alerta patrimonial

Las investigaciones preliminares apuntan a personas ajenas a la comunidad, ya que no existen conflictos internos entre los comuneros. Aún no hay detenidos, pero se espera que las autoridades actúen con celeridad ante este ataque a uno de los últimos vestigios del Tahuantinsuyo.

Este atentado ha reabierto el debate sobre la vulnerabilidad del patrimonio cultural en zonas rurales, donde muchas veces las estructuras emblemáticas carecen de vigilancia o apoyo técnico constante.