Dina Boluarte solo cambia dos ministerios tras renuncia de Adrianzén y opta por continuidad en el gabinete


Juramentación de dos nuevos ministros

Pese a la crisis política y las renuncias generales, la presidenta solo reemplazó a los titulares de Justicia y la Presidencia del Consejo de Ministros, manteniendo al resto del equipo ministerial

Frente a una crisis en el Consejo de Ministros que analistas consideraron una oportunidad para renovar el Ejecutivo, la presidenta Dina Boluarte decidió mantener casi intacto su gabinete, realizando solo dos cambios claves: el nombramiento de Eduardo Arana como nuevo primer ministro y de Juan Alcántara Medrano como titular del Ministerio de Justicia.

La renuncia de Gustavo Adrianzén como presidente del Consejo de Ministros obligó constitucionalmente a que todos los ministros pusieran sus cargos a disposición. No obstante, la mandataria optó por una mínima reestructuración. Eduardo Arana, quien hasta ese momento lideraba el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, fue promovido a jefe del gabinete. En su lugar, asumió Juan Alcántara Medrano, abogado con una extensa trayectoria en la administración pública y conocido por su cercanía al entorno presidencial.

La designación de Arana, uno de los ministros más leales a Boluarte y defensor público de su gestión, ha sido interpretada como una señal clara de continuidad. Sin embargo, su paso por el Ministerio de Justicia no estuvo exento de polémica. En marzo, propuso que los medios de comunicación estén obligados a difundir actividades del Ejecutivo durante los estados de emergencia, lo que fue duramente criticado por organizaciones de prensa. Además, su nombre apareció en audios filtrados, donde se le menciona como presunto “asesor en las sombras” de la presidenta.

La decisión de Boluarte de mantener a 16 de los 18 ministros ha generado cuestionamientos en diversos sectores políticos y sociales, que esperaban una renovación profunda ante la creciente pérdida de legitimidad del Ejecutivo. La permanencia de figuras cuestionadas y la falta de autocrítica refuerzan la percepción de que el Gobierno prioriza la estabilidad interna por encima de responder a las demandas ciudadanas y políticas.

Fuente: La República