¿Influye el crecimiento urbano en la creatividad?


El crecimiento urbano influye en la creatividad humana

El crecimiento urbano influye en la creatividad humana en todo orden de cosas. El cemento, el desorden de crecimiento de edificios, de plazas a medio hacer

Claro que el crecimiento urbano y la vida en ciudades modernas, abigarradas, que acechan y elevan capas de inseguridad o relativa calma o remansos en lugares especiales influyen de manera determinante en la creatividad de todo artista, sea artista contestatario, insurgente o que pretenda vivir en una Torre de Marfil, aislado de la ciudad dentro de la misma ciudad y como decía Jorge Manrique: “lejos del mundanal ruido”.

Quien vive en la ciudad y se aleja de la ciudad y de su tráfago atosigador sigue produciendo así abomine de la ciudad y le tenga malquerencia, como lo hizo el sutil poeta José María Eguren, que produjo en aislamiento y desacuerdo a la sociedad, pero admitiendo su influjo y construyendo su propia Torre de Marfil… Todo sucede en el marco de lo urbano, en unos casos para bien de la creación y en otros casos, para mal del autor, pero siempre para bien del producto elaborado, porque el entorno, sea cual fuere su composición, pesa e influye en todo artista.  El peso ambiental aplasta y aún tortura al creador, pero, innegablemente de allí surge obra que puede ser contestataria o aún complaciente, pero al final de la batalla, es obra que puede convertirse en producto trascendente o banal en una vitrina descomunalmente desigual.  Y surge un Picasso o un Salvador Dalí o en el Perú un poeta como Juan Gonzalo Rose que es la antípoda de Emilio Adolfo Westphalen. 

Y la pregunta central, es: ¿Cuáles obras culminantes y definitorias de un tiempo especial ha producido el Perú a través de sus cuentistas o narradores urbanos de este tiempo que escribieron padeciendo a la ciudad y recibiendo sus influjos directos? Muchos, y en especial, Julio Ramón Ribeyro, a la cabeza, que propinó el tiro de gracia a la novela campestre y bucólica. Le siguieron Mario Vargas Llosa, Alfredo Bryce Echenique y un largo etcétera.

Y en Puno. Aún no contamos con un narrador plenamente citadino, a excepción de Feliciano Padilla Chalco que entrecruza los caminos del cemento y de la pradera inspiradora. Lo mismo puede decirse de Jorge Flores Áybar. Otros notables escritores inspirados como José Luis Ayala u Omar Aramayo han incursionado poco en la novela en sí, aunque Ayala es más prolífico en esa temática, con sus cronivelas y ensayos. En todo caso, nuestra argumentación inicial sigue vivita y coleando y no se inhibe: “la ciudad moderna y sus ruidos y chocoleos influyen en la creación”. Además, no solo nos referimos a la creación literaria, hay arte influido por la vida en ciudad, tal la pintura, escultura, música e inclusive la danza popular. No es nuestra voluntad establecer crónicas ni periodificaciones creativas, sino relievar, por encima de todo, que las ciudades se han convertido en el primer laboratorio donde se experimentan ideas y juegan composiciones de variada inspiración. 

El crecimiento urbano influye en la creatividad humana en todo orden de cosas. El cemento, el desorden de crecimiento de edificios, de plazas a medio hacer o completamente hechas, la desaparición de calles antiguas reemplazadas por avenidas modernas, el ruido atronador con el sonido de unidades móviles que destruyeron el silencio y la placidez que para el caso de la ciudad de Puno rememoró y ensalzó Federico More, o la violencia nocturna o el dinamismo diurno suma motivaciones para la creatividad de las personas, que puede transmitir imágenes dolorosas, crispadas o placenteras, de cuestionamiento o de análisis crítico y violento.

Y en ese espacio de cemento y edificios categorizados y citadinos nacen los urbanitas que, por ejemplo, forman grupos o tribus urbanas marginales que usan estilos de vestimenta añeja o vintage, es decir de culto por lo viejo u añejo, y se ponen a crear e inclusive acuden a estimulantes de diferente calibre y de variada toxicidad. Y tenemos Beatniks, Hippies, y una variada ensalada de tendencias marginales y evasivas, pero a su turno creativas bajo el influjo de la ciudad, Ya lo dijo Woody Allen: “A mí Nueva York me excita y me hace crear y creer en la vida”. ¿A los puneños de hoy alguna ciudad altiplánica les excitará la creatividad? En suma, el hombre moderno y la mujer post moderna en apuros de creatividad son producto del cemento categorizado, residencial o marginal.