Tras una emotiva despedida de 400,000 fieles, los restos del Pontífice fueron sepultados junto al ícono de la Salus Populi Romani, advocación mariana que lo acompañó desde el inicio de su papado
Hoy 26 de abril, los restos del Papa Francisco fueron finalmente sepultados en la Basílica de Santa María la Mayor, un lugar que llevaba un significado profundo para el Pontífice. En esta iglesia se venera la imagen de la Salus Populi Romani, la advocación mariana que el Papa Francisco amaba profundamente y que había elegido como su protectora desde los inicios de su papado en 2013.
El día comenzó con la Misa de exequias en la Plaza de San Pedro, presidida por el Cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio. A la ceremonia asistieron cerca de 130 delegaciones internacionales, junto a una multitud de 400,000 fieles que, con profunda devoción, ofrecieron su despedida al Papa argentino, quien tocó los corazones de millones con su mensaje de misericordia, paz y fraternidad.
El cortejo fúnebre, que recorrió seis kilómetros desde la Basílica de San Pedro hasta Santa María la Mayor, estuvo marcado por gestos de sencillez y dignidad. Entre los asistentes en el destino final del Papa se encontraba un grupo de pobres, representando a las miles de personas a las que Francisco dedicó su vida. Ellos, como los más necesitados, habían sentido la cercanía y el amor del Pontífice, un hombre profundamente comprometido con los que menos tienen.
El ataúd del Papa Francisco, sencillo y humilde, reposa ahora en Santa María la Mayor, esperando la resurrección prometida por Cristo, mientras su legado de amor, misericordia y justicia continúa vivo en el corazón de la Iglesia y el mundo.