Padres de familia acompañaron a la menor y alertaron a las autoridades ante el abandono y las agresiones que habría sufrido por parte de su madrastra, revelando fallas en la respuesta institucional ante un caso urgente de protección infantil
Una escena estremecedora y profundamente alarmante sacudió la noche del miércoles 19 en la Institución Educativa Primaria Santa Rosa de la ciudad de Puno, cuando una menor identificada con las iniciales Y. M. fue hallada sola, desprotegida y visiblemente aterrorizada en el patio del plantel pasadas las 8:30 p. m., mientras que, más de diez padres de familia del sexto grado culminaban una reunión escolar. A su lado permanecían varios de sus compañeros, quienes, pese al intenso frío y las avanzadas horas de la noche, se negaron a dejarla sola y la acompañaron con admirable solidaridad desde el inicio hasta el final de las diligencias.
La ausencia total de sus familiares generó preocupación entre los presentes, por lo que los niños le preguntaron por qué seguía en el colegio. Con voz entrecortada, lágrimas y evidente pánico, la menor confesó que no quería regresar a casa porque su madrastra le había dicho que no volviera y que sufría constantes maltratos físicos, relatando que era obligada a echarse al piso para que luego le pisaran los dedos de las manos como forma de castigo. Esta versión fue escuchada por varios menores, quienes de inmediato alertaron a sus padres.
Indignados y consternados, los padres informaron la situación en su grupo de coordinación, pero al no obtener respuesta de la familia de la menor y ante el temor evidente de la niña por regresar a su domicilio, decidieron llamar de urgencia a la Policía, Serenazgo y al presidente de la APAFA, quien también se constituyó en el lugar y acompañó todo el proceso.
La menor fue trasladada a la Comisaría Central de Puno, donde más de una decena de padres de familia y algunos alumnos continuaron resguardándola pese al frío penetrante. En ese espacio, una madre logró ganarse su confianza, y la menor se aferró a ella con desesperación, negándose a separarse hasta culminar todas las diligencias.
Posteriormente se ubicó al padre biológico, quien responde al nombre de Simón Mamani Quispe, de 30 años, quien manifestó que estuvo buscándola; sin embargo, esta versión fue desmentida por padres y menores, quienes aseguraron que desde la hora de salida permaneció el colegio y que en ningún momento lo vieron acercarse a preguntar por la niña. La madrastra, identificada como Elizabeth Chura Ponce, no se presentó en ningún momento. Según manifestaron los padres, los otros menores que viven con ella sí estarían aparentemente bien cuidados y alimentados, situación que contrastaría con la menor, generando mayor indignación.
El estado de abandono era evidente. La menor se quejaba de dolor al caminar debido a que sus zapatillas le quedaban demasiado apretadas. Conmovido por esta situación, un radioescucha de Onda Azul se hizo presente en plena madrugada con dos pares de zapatillas de manera solidaria. Al cambiarle el calzado, los padres comprobaron que el talón de sus antiguos zapatos estaba completamente doblado, demostrando que eran demasiado pequeños para ella.
La menor fue derivada junto al padre a Medicina Legal, ubicada en el jirón Ramis, para las evaluaciones correspondientes por las denuncias de presunta violencia física y psicológica. Los padres también denunciaron que la niña faltaba reiteradamente a clases, hasta por tres días consecutivos, que era obligada a lavar ropa hasta altas horas de la noche y sometida a constantes tratos humillantes.
Durante este proceso, el padre mostró una actitud que fue calificada como indiferente por varios testigos, llegando incluso a salir despreocupadamente de la comisaría, hecho que provocó la indignación colectiva y que fuera increpado y abucheado por los presentes. Pese a ello, los padres y menores continuaron firmes acompañando a la pequeña.
Además, en Medicina Legal se registró otro hecho que generó molestia. Inicialmente se negó la atención a la menor por no portar su DNI original, a pesar de estar acompañada por la policía y su progenitor. Incluso presentando una copia, el trabajador identificado como Guido Cruz Tagle se negó a atenderla, ocasionando una peligrosa demora cuando ya eran cerca de las 11 de la noche.
Las diligencias continuaron con la presencia del Centro de Emergencia Mujer y la Fiscalía hasta aproximadamente las 12:30 de la madrugada. En ese lapso, el padre reconoció que trabaja de noche y que no estaba pendiente de su hija, admitiendo además que en algunas ocasiones sí le habría pegado “como correctivo”. Asimismo, intentó deslindar responsabilidad respecto a los actos de su pareja, lo que fue duramente cuestionado por los padres, quienes señalaron que la principal responsabilidad recaería en la madrastra. También declaró que la madre biológica abandonó a la menor cuando esta tenía un año y medio de edad.
Resultó particularmente inquietante la forma en que el progenitor se refería a la niña como “la chiquita”, generando suspicacia y rechazo entre los asistentes. A ello, se sumó la presencia de un sujeto en presunto estado de ebriedad que grababa a los presentes y que sería familiar de la madrastra; al ser confrontado, se negó a identificarse y fue desmentido al afirmar falsamente que era padre de familia del sexto grado.
Finalmente, tras la firme presión de los padres, se logró que la menor sea puesta a disposición de la Unidad de Protección Especial del Ministerio de la Mujer, garantizando su resguardo inmediato, mientras que el padre biológico fue liberado y se dispuso la citación posterior de la madrastra para las investigaciones correspondientes.
Este caso ha generado profunda indignación en la comunidad educativa de Puno y deja al descubierto una dolorosa realidad: una menor que clama auxilio, padres solidarios que no la abandonaron ni por el frío ni por la madrugada, y un sistema que, una vez más, reaccionó con lentitud ante una situación que exigía protección inmediata.