Papa Francisco: “El corazón sin arrepentimiento ni llanto se vuelve rígido”


El papa Francisco presidió, la Misa Crismal en la Basílica de San Pedro del Vaticano junto a miles de fieles, cardenales, obispos y sacerdotes.

Este Jueves Santo, el papa Francisco presidió a las 9.30 a.m. (hora de Roma), la Misa Crismal en la Basílica de San Pedro del Vaticano junto a miles de fieles, cardenales, obispos y sacerdotes que renovaron sus promesas hechas en el momento de la Sagrada Ordenación.

A diferencia de la Misa del Domingo de Ramos, en la que el santo padre prefirió mantener el silencio tras la lectura del Evangelio, en esta ocasión el papa Francisco impartió una larga homilía durante cerca de 20 minutos.

En el transcurso de la celebración, el papa bendijo el Santo Crisma y los demás Óleos Sagrados, Óleo de los Catecúmenos y Óleo de los Enfermos, que se usarán a lo largo del año para impartir los sacramentos. Además, los sacerdotes presentes renovaron las promesas realizadas el día de su ordenación.

Tomando como referencia la negación de Pedro, el papa Francisco precisó que el apóstol comenzó a conocer a Jesús cuando “en la oscuridad de la negación, dio cabida a las lágrimas de vergüenza y arrepentimiento”.

“Una punción en el corazón”

Dirigiéndose a los sacerdotes, el santo padre remarcó que “la curación del corazón de Pedro, la curación del apóstol y la curación del pastor son posibles cuando, heridos y arrepentidos, nos dejamos perdonar por Jesús; estas curaciones pasan a través de las lágrimas, del llanto amargo y del dolor que permite redescubrir el amor”.

En este sentido, el Pontífice explicó que, este aspecto puede definirse como “compunción”, una“punción en el corazón, un pinchazo que lo hiere, haciendo brotar lágrimas de arrepentimiento”.

“Esta es la compunción, no es un sentimiento de culpa que nos tumba por tierra, no es el escrúpulo que paraliza, sino un aguijón benéfico que quema por dentro y cura, porque el corazón, cuando ve el propio mal y se reconoce pecador, se abre, acoge la acción del Espíritu Santo, agua viva que lo sacude haciendo correr las lágrimas sobre el rostro”.

“El milagro de la tristeza que lleva a la dulzura”

Más tarde, el santo padre aseguró que “el corazón sin arrepentimiento ni llanto se vuelve rígido: primero se afianza en sus rutinas, después es intolerante con los problemas y las personas le son indiferentes, luego se torna frío y casi impasible, como envuelto en una coraza inquebrantable, y finalmente se vuelve un corazón de piedra”.

Sin embargó, reiteró que “como una gota excava la piedra, así las lágrimas excavan lentamente los corazones endurecidos. Se asiste de esta manera al milagro de la tristeza que lleva a la dulzura”.

“La compunción es el remedio, porque nos muestra la verdad de nosotros mismos, de modo que la profundidad de nuestro ser pecadores revela la realidad infinitamente más grande de nuestro ser perdonados”.

Fuente: Aciprensa