Elaborado por: Viviana Curtihuanca Lima
Desde finales de septiembre, las calles de Lima y de diversas regiones del país se convirtieron en escenario de una creciente ola de protestas lideradas por la llamada Generación Z. Jóvenes cansados de la corrupción, la represión policial, la precarización laboral y la inacción del Gobierno frente a la criminalidad salieron a reivindicar, con pancartas y cánticos, su derecho a un futuro digno.
Uno de los principales detonantes de estas movilizaciones fue la aprobación de la Ley N.º 32123, que establece la afiliación obligatoria al sistema de pensiones desde los 18 años a partir del 1 de junio de 2027. Para miles de estudiantes, trabajadores y jóvenes que recién ingresan al mercado laboral, la medida representó un golpe directo a su economía y a su autonomía. La presión en las calles obligó al Ejecutivo a retroceder en la reglamentación de la norma, lo que marcó un primer triunfo para el movimiento juvenil.
Sin embargo, la victoria no detuvo las marchas. La Generación Z convocó a una nueva movilización el miércoles 15 de octubre, esta vez contra el presidente José Jerí y el Congreso de la República, en protesta por la creciente inseguridad ciudadana que afecta especialmente a los transportistas y que, según denuncian, sigue sin recibir respuesta efectiva del Estado.
La jornada dejó un saldo trágico: la muerte de Eduardo Ruiz Sáenz, cantante de hip hop conocido como “Trvco”, quien recibió un disparo de arma de fuego, de acuerdo con la Fiscalía, horas después el comandante general de la Policía Nacional del Perú, Óscar Arriola, confirmó que el autor del disparo fue un suboficial que ya se encuentra detenido. Esto contradijo la versión inicial del ministro del Interior, Vicente Tiburcio, quien había asegurado que no había presencia policial en la zona, deslindando responsabilidades.
Las protestas de la Generación Z no solo profundizan las demandas sociales acumuladas en los últimos años, sino que evidencian la irrupción de un nuevo actor político con capacidad de influencia. Diversos analistas advierten que este movimiento podría convertirse en un factor determinante en el escenario previo a las Elecciones Generales de 2026, en un contexto donde el descontento social promete ocupar un lugar central.