Toponimias aimaras en riesgo, investigador alerta pérdida de memoria ancestral en Suq’a


profesor Jaime Barrientos
profesor Jaime Barrientos

Un estudio con más de 170 topónimos revela la riqueza lingüística del centro poblado y su amenaza de desaparición

Durante el ciclo de conferencias “Andes, Geografía y Memoria: Un viaje por la toponimia quechua y aimara”, el profesor Jaime Barrientos Quispe presentó la ponencia “Toponimia menor aimara del centro poblado de Suq’a”, un trabajo de investigación realizado entre los años 2008 y 2009 que busca rescatar los nombres ancestrales de los lugares de esta comunidad ubicada en el distrito de Ácora, a orillas del lago Titicaca.

En su exposición, explicó que la toponimia forma parte de la disciplina de la onomástica y que la llamada toponimia menor aborda los nombres de lugares locales como chacras, riachuelos, rocas y zonas específicas dentro de una comunidad. “En estos nombres se encuentran las palabras vivas de un idioma”, señaló.

Dijo que Suq’a está conformada por seis sectores y una parcialidad, que fue recorrida para recolectar los nombres tradicionales de cada punto geográfico. “El trabajo de campo se realizó junto a pobladores mayores, en su mayoría mujeres, quienes conservan con mayor fidelidad la memoria oral de la comunidad. Se realizaron entrevistas, caminatas guiadas, grupos focales, fichas toponímicas, registros de audio y video”, indicó.

Detalló que el estudio logró reunir 172 topónimos, de los cuales 124 (72%) son de origen aimara, lo que confirma que Suq’a es un ámbito de habla y pensamiento aimara. También se identificaron topónimos híbridos producto del contacto lingüístico (13%); nombres de origen desconocido, posiblemente vinculados a lenguas antiguas como el puquina o el uro (8%); así como denominaciones de origen castellano (3%).

Asimismo, alertó que la toponimia aimara podría desaparecer progresivamente debido a que los jóvenes participan cada vez menos en actividades agrícolas y ganaderas, lo que limita su contacto con el léxico tradicional. “Perder un topónimo aimara es empobrecer la gramática del mundo”, enfatizó.