Con apoyo del INPE y donaciones vecinales, la comisaría de Azángaro construyó espacios educativos seguros para la I.E. 862, tras años de precariedad y falta de infraestructura
Un terreno baldío que por años permaneció en abandono en el barrio La Rinconada, en Azángaro, hoy se ha convertido en un espacio educativo digno gracias a la iniciativa del comandante de la comisaría local, Luis Díaz Aguilar, y su equipo policial. La intervención surgió tras la visita de la directora de la institución educativa 862, quien alertó sobre la falta de infraestructura y las condiciones precarias en las que los niños recibían clases en ambientes alquilados e inseguros.
La obra se concretó con el apoyo de un convenio con el Instituto Nacional Penitenciario (INPE), que permitió sumar mano de obra comunitaria. Según estimaciones, entre el 40 % y 50 % del esfuerzo total se cubrió gracias a esta colaboración, lo que aceleró la construcción
Los agentes comenzaron los trabajos apenas una hora después de evaluar el terreno. Con maquinaria, removieron tierra, nivelaron el espacio y colocaron el piso de cemento. Además, gestionaron donaciones que permitieron reunir cerca de 80 bolsas de cemento y otros materiales esenciales para levantar las aulas.
Pese a la ausencia de presupuesto, el proyecto avanzó con creatividad: se reutilizaron planchas de drywall deterioradas, se instalaron ventanas grandes y se colocó triplay en los techos para mejorar el acabado interior. Incluso se pintaron juegos lúdicos en el piso para evitar la compra de materiales costosos.
Para Díaz Aguilar, este esfuerzo evidencia la falta de atención estatal hacia las necesidades educativas básicas. “El olvido gubernamental obligaba a los padres a alquilar salones inseguros”, lamentó. No obstante, destacó que la articulación entre instituciones y la solidaridad de la ciudadanía permitieron devolver esperanza a los niños del barrio, quienes ahora cuentan con un espacio seguro y adecuado para estudiar.
