Monseñor Carrión reflexionó sobre el papel de la Virgen como modelo de valentía y fe en la salvación
En el cuarto día de la novena celebrada en el Santuario de la Virgen de la Candelaria, Templo San Juan Bautista, Monseñor Jorge Pedro Carrión Pavlich ofreció una profunda reflexión sobre la figura de María, a quien describió como el sacramento ideal de la Iglesia. Durante su homilía, destacó cómo María refleja perfectamente a la Iglesia, siendo su imagen y figura ejemplar, un reflejo de toda la humanidad y, a través de ella, el amor de Dios se hace palpable.
Monseñor comparó los encuentros de Dios con los grandes profetas del Antiguo Testamento, como Moisés, Isaías y Jeremías, subrayando las diferencias marcadas con el encuentro de María. En la historia bíblica, Moisés, por ejemplo, se encuentra con Dios en una zarza ardiente que no se consume, un evento que lo llena de temor, igual que sucedió con Isaías y otros profetas.
Sin embargo, el saludo del Ángel a María, «Salve, María» o «Dios te saluda», no genera miedo, sino una invitación directa de parte de Dios, un reconocimiento único de su grandeza y pureza.
Monseñor enfatizó que este saludo del ángel ante María no es un saludo común, sino una manifestación de que ella no es una mujer cualquiera, sino una figura singular elegida por Dios para llevar a cabo su plan de salvación. A través de este acto, la Virgen se convierte en un símbolo del cumplimiento de la promesa de Dios a la humanidad.
El «sí» de María no fue solo un acto de aceptación pasiva, sino una valentía llena de riesgos, ya que, en su época, una mujer que quedara embarazada sin estar casada corría el peligro de ser lapidada. No obstante, su disposición a ser «la esclava del Señor» representa la valentía de seguir el camino de Dios sin saber a dónde la conduciría, permitiendo que Dios se haga carne para traer la salvación a la humanidad.
El mensaje también puso en relieve que, al igual que María, cada uno de nosotros está llamado a confiar en Dios y aceptar su voluntad, incluso cuando el camino sea incierto o implique riesgos. María, en su viaje de fe, nos muestra cómo aceptar el amor divino y ser portadores de vida, tal como lo hizo ella al acoger al Salvador en su vientre. Su ejemplo invita a todos a vivir en fidelidad y entrega, a ser como ella, receptivos al llamado de Dios.
Finalmente, Monseñor reflexionó sobre el verdadero significado de venerar a María. No se trata solo de celebrarla en fiestas o eventos, sino de comprender su rol como madre y mediadora, quien siempre está dispuesta a acompañarnos en nuestro camino hacia Dios.