Por: Jaime Barrientos
Esta pregunta es una interrogante vital quizá de difícil respuesta y de compleja argumentación porque se dirige al meollo del pensamiento y de los sentimientos de las personas que, como todos sabemos, conforman un mundo que contiene e integra varios mundos. Los seres humanos somos unidad dividida en varios compartimientos aptos para el arte y el conocimiento.
No olvidemos que cada persona posee diversas y diferentes aproximaciones hacia su realidad y en ellas el arte es un componente ineludible. Y eso sucede, así la persona no se sienta, para nada, artista, pero, la verdad es que toda persona posee un fondo y un trasfondo donde se deposita la percepción y la ideación artística que da cabida a la belleza y crea aposento para la estética así no le plasme en obra concreta nuestras aptitudes para el arte. Todos los seres humanos somos potencia inclinada hacia el arte y lo que se requiere es canalizar y conducir ese arte por las rutas de la realización y canalización de nuestro talento.
Por eso creemos que establecer una panacea a los ánimos cambiantes de las personas, sugiriendo que el arte puede mitigar el espanto y atenuar el desencanto que padecen las personas que viven y soportan este Perú contemporáneo, es un formidable reto y es también, oportunidad para protegerse de las agresiones internas ingresando y buceando en el mundo del arte, así sea en plasmación concreta de obra o en ejecución de música o en la propia lectura de un libro amigo y compañero. El arte nos libera y nos protege, sea cual fuera la aproximación que establecemos con él.
Enfrentar a través del arte todas las inequidades públicas que a diario se perpetran en los ámbitos de la gestión de autoridades y gente con poder, no es mucho pedir ni es enorme decirlo porque sin duda, y sin establecer una fórmula salvadora, convengamos que el arte en sí nos ayuda a mitigar el espanto y lo hace en sus dos versiones. Una la del creador contestatario o innovador, otra a través del gozoso rol del espectador que se deleita con la música, se encandila con el lienzo o se sumerge en la lectura de textos que transportan y vivifican. En suma, el arte es defensa y es proyección y es también, bastión que nos fortifica y defiende y por eso el arte nunca es evasión, porque es catarsis y terapia y es catapulta que nos traslada hacia nosotros mismos en ese complaciente y a veces, tenso diálogo con la estética.
En fin, todos somos artistas en determinadas ocasiones y edades de nuestra vida y lo interesante pasa por aceptar que todos, como que somos artistas en potencia, así no hayamos plasmado ninguna obra concreta tenemos al arte como aliado en sus diferentes manifestaciones. Tengamos conciencia reflexiva de esas nuestras potencialidades y hagamos del arte un compañero asiduo y fiel contertulio.
Y vamos a un punto central y controvertido. Versiones de arte pictórico creado por dos artistas puneños de la pintura para engalanar la exposición que semanas atrás auspicio la Asociación Cultural Brisas del Titicaca de puneños radicados en la ciudad de Lima, fueron censuradas por una funcionaria pública de la Biblioteca Nacional del Perú que es dependencia del Ministerio de Cultura. Esa disposición anticultural y anti artística la interpretamos como agresión a expresiones de arte analítico y contestatario sobre el tiempo político que vivimos. El arte es también expresión razonada que enjuicia la realidad.
Entonces, esos artistas utilizaron su creatividad como arte catártica para enjuiciar y atenuar el impacto que la cacería humana de enero del año 2023 produjo en ellos. El arte les sirvió para enjuiciar y, también, para ironizar sobre ese malhadado dicho de la innombrable presidenta del Perú que dijo: “Puno no era el Perú” Y entonces tenemos, sin que sea argumento forzado que el arte nos defiende y nos permite enjuiciar nuestra realidad y protegernos. Como decía, cuando era joven el hoy anciano literato Mario Vargas Llosa el arte permite que también nos despojemos de nuestros demonios interiores. Como todos somos artistas el arte nos debe reunir agudizando nuestro sentimiento cívico de rechazo y también de ataque a las injusticias. El arte es arma y es forjador de conciencia y es terapia que sana y protege.