El Papa Francisco pidió a la Acción Católica “escuchar” y no ser “dirigentes de escritorio”


Papa Francisco
Foto: Papa Francisco

El Santo Padre pidió escuchar en tres dimensiones a la humanidad

El Papa Francisco dirigió un saludo especial a los participantes del Foro Internacional de la Acción Católica (FIAC) ayer 27 de noviembre después del rezo del Ángelus dominical.

Luego, el Santo Padre envió un mensaje escrito a los participantes de esta iniciativa que se reunieron este fin de semana en línea para reflexionar en el tema “Durante el Sínodo en un mundo herido con todos y para todos”.

En el texto difundido por la Oficina de Prensa de la Santa Sede, el Papa recordó cuando hace 30 años el venerable Cardenal Eduardo Pironio intuyó la necesidad de que “la vida de la Acción Católica contribuyera al desafío de la nueva la evangelización, enriquecida con la peculiaridad de cada lugar y cultura”.

En esta línea, el Papa dijo a la dirección de la FIAC. “Anhelo que no sean ‘dirigentes’ de escritorio, de papeles o de Zoom, y que no caigan en la tentación del estructuralismo institucional que planifica y organiza desde estatutos, reglamentos y propuestas heredadas, que fueron buenas y útiles en su momento pero que quizás hoy no sean significativas. Por favor, les pido que escuchen”, el Santo Padre pidió escuchar en tres dimensiones: a la humanidad en sus realidades concretas; a los signos de los tiempos porque “la Iglesia no puede estar al margen de la historia, enredada en sus propios asuntos, manteniendo inflada su burbuja” y al Espíritu Santo.

Primero: Escuchen a los hombres, mujeres, ancianos, jóvenes y niños concretos, en sus realidades, en sus gritos silenciosos expresados en sus miradas y en sus clamores profundos. Tengan el oído atento para no dar respuestas a preguntas que nadie se hace ni decir palabras que a nadie le interesa escuchar ni sirven. Escuchen con oídos abiertos a la novedad y con un corazón samaritano.

Segundo: Escuchen los latidos de los signos de los tiempos, la Iglesia no puede estar al margen de la historia, enredada en sus propios asuntos, manteniendo inflada su burbuja. La Iglesia está llamada a escuchar y ver los signos de los tiempos, para hacer de la historia con sus complejidades y contradicciones, historia de salvación. Necesitamos ser una Iglesia vitalmente profética, desde los signos y los gestos, que muestren que existe otra posibilidad de convivencia, de relaciones humanas, de trabajo, de amor, de poder y servicio.

Y, por último, para que esto sea posible necesitamos escuchar la voz del Espíritu. En cada época, el Espíritu nos abre a su novedad; «siempre enseña a la Iglesia la necesidad vital de salir, la exigencia fisiológica de anunciar, de no quedarse encerrada en sí misma» (Homilía del Domingo de Pentecostés, 5 junio 2022). Mientras que el espíritu mundano nos presiona para que sólo nos concentremos en nuestros problemas e intereses, en la necesidad de ser relevantes, en la defensa tenaz de nuestras pertenencias y de grupo, el Espíritu nos libra de obsesionarnos con las urgencias, y nos invita a recorrer caminos antiguos y siempre nuevos: los del testimonio, la pobreza y la misión, para liberarnos de nosotros mismos y enviarnos al mundo.

Fuente: Aciprensa