Misa con Unción de los Enfermos: obispo de Puno reflexionó que Jesús también nos cura las dolencias del alma que son más profundas


Misa con Unción de los Enfermos
Misa con Unción de los Enfermos

Su gracia nos acompañará y nos ayudará a superar e incluso se puede ver el milagro de nuestra curación

Con una masiva concurrencia de los fieles y devotos se cumplió la misa con Unción de los Enfermos en la Basílica Catedral de Puno, el mismo que estuvo presidido por el Obispo de la Diócesis San Carlos Borromeo de Puno, monseñor Jorge Pedro Carrión Pavlish, reflexionó que, Jesús cura, pero no solamente las dolencias corporales, causadas por enfermedades, caídas fatales que te imposibilita caminar, sino también las dolencias del alma que son mucho más profundas.

Asimismo, nos invita a seguirlo en el calvario, a arrimar el hombro al lado suyo a llevar la Cruz. “Jesús dijo en una ocasión, el que me sigue debe cargar su yugo o el que pone la mano en el arado y mira atrás, no es digno de mi”, dijo, al tiempo de recordar que nos invita a poner la mano en el arado y seguir adelante con todas nuestras dificultades y problemas, sabiendo que Él va al lado nuestro.

Precisó que, Jesús nos dice que no debemos aferrarnos en nuestros propios dolores y sufrimientos, sino debemos encaminarnos a encontrarnos con Él, lo que significa que debemos tener valor y para ello el Señor nos da su Gracia lo que se comparte con la santa Unción.

“No piensen hermanos que el Señor por un arte de magia nos va a curar, no, lo que, el Señor nos va dar es su Gracia para tener valor de enfrentar la vida”, indicó.

Preguntó, ¿Qué en nuestras situaciones personales de dolencias, corporales y dolencias del alma, tenemos la capacidad de fiarnos de Dios?, ¿Tenemos la capacidad de creer en el Señor?, sólo si somos capaces de creer en Él.

Finalmente, reiteró que, nos falta fe y justamente la Unción es la Gracia que el señor nos concede a los hombres frágiles y débiles para poder tener en nuestra vida esa capacidad de fiarnos de la palabra de Dios y de abandonarlos totalmente a la voluntad del Padre y cuando esto sucede, es entonces cuando Jesús nos sana y nos cura.