Tragedia en Gaza: Sila, la bebé de tres semanas, muere congelada en un campo de refugiados


Tragedia en Gaza
Tragedia en Gaza

En una noche fría de Navidad, Sila se convirtió en la tercera víctima mortal por hipotermia en el campo de refugiados de Khan Yunis, donde las condiciones de vida son cada vez más insoportables.

En un rincón olvidado de Gaza, Sila, una bebé de solo tres semanas, murió congelada en la noche de Navidad. A pesar de los esfuerzos de su padre, Mahmoud al-Faseeh, por mantenerla caliente envuelta en una manta, el frío extremo de la Franja no perdonó. La temperatura en su tienda de campaña en el campo de refugiados de Muwasi, en las afueras de Jan Yunis, descendió esa noche a 9 grados centígrados, una condición insostenible para las miles de personas que, tras huir de los bombardeos, sobreviven en improvisados refugios de lona.

Sila despertó llorando varias veces durante la noche, pidiendo auxilio, pero la ayuda nunca llegó. A la mañana siguiente, su padre la encontró rígida y sin vida, con el cuerpo tan frío que describió como «un trozo de madera». Los intentos por reanimarla en un hospital de campaña fueron en vano; la pequeña ya había sucumbido a la hipotermia.

Trágicamente, Sila no fue la única víctima. Según fuentes médicas locales, su muerte es la tercera en apenas unos días en la misma área. Otros dos bebés, de tres días y un mes de edad, murieron de frío en las últimas 48 horas. El director de la sala pediátrica del Hospital Nasser, Ahmed al-Farra, confirmó que la causa de la muerte de estos niños fue la hipotermia, una consecuencia directa de las condiciones deplorables en las que viven los refugiados palestinos.

La guerra en Gaza ha dejado a más de 2,3 millones de personas desplazadas y vulnerables a las inclemencias del invierno. A medida que las temperaturas bajan, las familias que viven en tiendas de campaña improvisadas luchan contra la falta de alimentos, ropa de abrigo y suministros esenciales. Los grupos de ayuda han advertido sobre la escasez crítica de mantas y materiales para mantener el calor, lo que agrava aún más la ya desesperada situación de los refugiados.

El padre de Sila, entre el dolor y la impotencia, relató el tormento de esas horas interminables bajo el frío gélido de la noche. “Ni siquiera nosotros, los adultos, podíamos soportarlo”, dijo Mahmoud. Esta tragedia subraya las condiciones extremas en las que viven miles de niños y familias que, mientras la guerra continúa, enfrentan una muerte silenciosa provocada por el frío.