En la mayoría de países de América Latina no se ha llegado a aplicar con éxito la vacuna de refuerzo, a pesar de la latente amenaza de la subvariante de ómicron
Mientras la Organización Mundial de la Salud (OMS) informó que la subvariante de ómicron (BA.2) representa ya alrededor del 85 por ciento de los casos secuenciados en el mundo, en la mayoría de países de América Latina menos del 50 por ciento de personas tienen una dosis de refuerzo de la vacuna contra el COVID-19. Al mismo tiempo, cada vez son más los países de la región que empiezan a aplicar una cuarta dosis, especialmente a personas en grupos de riesgo. DW habló sobre estos temas que preocupan en la región con el virólogo Felix Drexer.
DW: Dr. Drexler, en la mayoría de países de América Latina, menos del 50 por ciento de la población no cuenta con la dosis de refuerzo a pesar de tener vacunas disponibles. ¿Cree usted que es momento de que la vacuna sea obligatoria?
Felix Drexler: Para ello creo que hay que considerar los distintos factores de cada región o país en América Latina: qué vacunas se han usado y su eficacia, cuál es la tasa de infección que ha habido y cómo va la tasa de vacunación completa de la población. No estoy en contra de implementar la obligatoriedad de la vacuna, pero la cuestión es si esta medida se justifica frente a la situación epidemiológica local.
En todo caso, creo que se podría ir preparando el panorama jurídico para cuando eso sea necesario. Por ejemplo, si surge una nueva variante o si vuelve a registrarse un alto número de muertes, como en la primera ola. El hecho de que los países de la región no avancen en la aplicación del refuerzo se vincula, quizá, con la percepción de la gente, que al escuchar de menos casos de COVID-19, se ve menos motivada a vacunarse. En América Latina, los casos siguen a la baja, a diferencia de Europa, donde la incidencia sigue siendo alta debido a ómicron.
La subvariante de ómicron (BA.2), denominada también «silenciosa”, ya es la dominante en todo el mundo. ¿Qué tanto debería preocupar esto a la región?
Es cierto que BA.2 es muy transmisible y que escapa a la inmunidad por infección o vacunación. Pero también es verdad que se están viendo menos casos severos en los ya vacunados e infectados. Ahora se puede decir con seguridad que es menos peligrosa que las variantes anteriores. Lo que aún no se sabe es si habrá consecuencias a largo plazo, incluso si una persona tuvo pocos síntomas. Estamos viendo problemas de metabolismo, diabetes, neurológicos o inmunológicos, como en el caso de los niños. Sin embargo, esos casos también son mucho más frecuentes entre los no vacunados. Por eso, todavía debemos ser cautelosos y seguir vacunando.
Según datos de la Agencia de Seguridad Sanitaria del Reino Unido, aunque las vacunas son menos efectivas contra BA.2 y la protección disminuye con el tiempo, una dosis de refuerzo aumenta la protección y previene hospitalizaciones y muertes…
Eso es cierto. Los datos son muy interesantes. Por ejemplo, una tercera dosis puede proteger bastante bien contra ómicron, incluso -y esto es importante para América Latina- a personas infectadas que fueron inmunizadas con dos dosis de la vacuna china CoronaVac y recibieron luego un refuerzo de una vacuna basada en tecnología de ARN mensajero.
¿Qué impacto podría tener la subvariante de ómicron en Latinoamérica?
Lamentablemente no sabemos con exactitud hasta qué punto la inmunidad generada por infección de variantes latinoamericanas, como mu o lambda, protege contra ómicron. Hemos tratado de analizarlo con nuestros colegas latinoamericanos, pero todavía no hemos podido identificar esto. El problema es que las cifras de infecciones no están bien documentadas en la región. Pero esto se sigue investigando en América Latina. Por ejemplo, en el caso de BA.2, hay que tener en cuenta que, al igual que BA.1, sigue siendo parte de ómicron. De modo que es muy lógico que una población altamente afectada por BA.1 tenga más inmunidad contra BA.2.
¿Se sabe con más certeza cuánto tiempo duran los anticuerpos de los pacientes que se contagiaron con ómicron (BA.1)?
La inmunidad en una persona vacunada podría ser de seis meses o un año. Pero lo más importante no es la cantidad de anticuerpos, que solo sirve como un predictor de inmunidad contra la enfermedad. La inmunidad que ómicron produce, por ejemplo, en una persona no vacunada, es muy débil y muy pasajera. Y una infección no sustituye a la vacunación, como muchos no vacunados creen. Una infección con ómicron es para un vacunado como un refuerzo, pero eso no ocurre en los no vacunados.
¿Hay nuevos estudios acerca de si será necesario que volvamos a tener que vacunarnos cada cierto tiempo contra el COVID-19?
Sigo creyendo que no será necesario vacunarse con tanta frecuencia, pero eso depende mucho de las variantes que surjan en el futuro yde la inmunidad que tengamos después de esta ola global de ómicron. Sigo pensando que la inmunidad celular nos protegerá, tal vez, por un tiempo más. Pero eso es hipotético. Mientras haya gente que todavía no se quiere vacunar, por la razón que sea, se debería seguir usando mascarilla, porque esa es una herramienta muy simple que permite protegerse. Yo las seguiré recomendando a todos, sobre todo en lugares cerrados o en el transporte público.
Según un nuevo estudio, el medicamento molnupiravir elimina el coronavirus al tercer día de terapia, ¿Es alentadora esta noticia? ¿Qué más se sabe al respecto?
En general, las píldoras molnupiravir o paxlovid son herramientas muy promisorias en la lucha el COVID-19 y nos pueden ayudar en las olas que vienen. Se ha confirmado que hizo efecto en adultos no hospitalizados en riesgo de progresión a enfermedad grave, siempre que, y esto es lo más importante, comenzaran la terapia dentro de los cinco días posteriores al inicio de los síntomas. Esta noticia de los antivirales, junto con la vacunación, es como una luz al final del túnel. Es una muy buena noticia, y esas pueden ser grandes armas para evitar que volvamos a caer en el desastre que ya vivimos.
Con información de DW