Obispo de la Diócesis de Puno dio la bendición desde el atrio de la Catedral


Desde el atrio de la catedral, el obispo de la Diócesis de Puno, monseñor Jorge Pedro Carrión Pavlich, dio la bendición a la ciudad, para que Dios proteja a los habitantes del altiplano y los ayude a enfrentar el miedo con fortaleza y esperanza, ante la presencia de la pandemia que genera dolor en todo el mundo.

Al recordar el evangelio donde relata cómo los discípulos fueron al sepulcro de Jesús y al no encontrarlo, cabizbajos, retornaron sin darse cuenta que estaba con ellos; asimismo explicó que Cristo está más cerca de nosotros, en cada rostro que vemos o en cada persona que está a nuestro lado, porque logró vencer a la muerte y al pecado para dar esperanza de vida a la humanidad.

En su homilía, monseñor dijo que cuando nos sentimos enfrentados con una realidad que afecta nuestra existencia, nos atrevemos a decir incluso que Dios no existe, pero Jesús siempre tiene la iniciativa de acercarse a nosotros aunque no le prestemos atención, tal como lo muestra el evangelio, cuando María Magdalena no quiere escuchar a los ángeles y se aferra a encontrar el cadáver del hijo de Dios, hasta que Jesús la llama por nuestro propio nombre.

Asimismo, dijo que la Iglesia nos anuncia cada año que Jesús ha resucitado pero no le brindamos atención, ahora el evangelio nos invita a reflexionar, más aún cuando nos sentimos deprimidos o sentimos miedo ante la presencia de una enfermedad; por ello pidió mantener la fe para que la vida florezca, porque con la resurrección Jesús nos hace hijos de Dios liberándonos de nuestro pecados.

De igual forma, mencionó que la responsabilidad que tenemos cada uno de nosotros, no sólo es sólo cumplir con las normas legales para protegernos, sino también para velar por la salud de nuestros prójimos, porque el que sabe amar al prójimo no tiene leyes o condiciones.

Finalmente, expresó su oración para que Jesús nos habrá el camino de la salvación eterna y aleje de la humanidad toda tiniebla que llena de tristeza nuestros corazones, porque en Jesús encontramos la esperanza de la vida.